México, un país muy salsa. Del chiltepín al habanero

La gastronomía es una expresión viva del patrimonio cultural y natural de México y su gran variedad de chiles hacen de sus platillos un elemento característico de cada estado, desde lo dulce hasta lo picoso.

De acuerdo con la Secretaría de Turismo (Sectur), dentro de la gastronomía, el chile es un ingrediente fundamental en la cocina mexicana desde hace más de 500 años, al ser sustento alimenticio de la población y materia prima de las salsas.

Los chiles siguen siendo el ingrediente primordial de las comidas mexicanas y está presente hasta en 90 por ciento de sus platillos, ya sea de forma directa -picado o en rajas- o como ingrediente fundamental de salsas, adobos, moles y aderezos, de acuerdo con el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).

La diversidad de salsas en el país responde a la variedad de ingredientes disponibles en cada región y a sus distintas condiciones climáticas y geográficas.

 chiles

En Yucatán, por ejemplo, la salsa tamulada es compañera inseparable de platillos típicos como la cochinita pibil, y su intenso sabor ha trascendido a otros estados de la República Mexicana para clásicos como la carne asada.

El chile habanero, principal ingrediente de la salsa, es considerado como el de mayor intensidad de sabor picante. Desde que llega a la lengua de los comensales, su sabor se apodera del paladar hasta provocar una sensación de ardor en los labios o en toda la cara.

Cuando tienen lugar las primera lluvias en Oaxaca, las hormigas voladoras, llamadas chicatanas, dejan sus hormigueros y los pobladores las recogen para elaborar la famosa salsa de chicatana.

Este platillo tiene un sabor medianamente picoso y salado y es parte de la gastronomía milenaria de Oaxaca a base de insectos.

En Hidalgo se prepara una salsa con gusanos de maguey o chinicuiles, insectos que habitan zonas semiáridas y salen de los magueyes después de las lluvias de otoño.

Este exótico platillo incluye, además, chile pasilla y xoconostle, que es una variedad de cactus cuyo fruto es un tipo de tuna de sabor agrio.

Es un hecho que la presentación de este guisado resulta lejana a las artes culinarias más exquisitas, pero la recompensa al probarlos sobre una tortilla recién hecha es extraordinaria.

En Sonora es común escuchar la frase “puede faltar la carne, pero nunca el chiltepín”. Esta variedad de chile redondo y colorado es indispensable en platillos como un humilde taco de frijol o a lado de una sustanciosa carne asada.

Este chile es conocido como el “oro rojo” de Sonora y su precio en mercados puede alcanzar hasta los mil 500 pesos por kilogramo.

La salsa se prepara en un mortero o chiltepinero de madera donde se muele el chile antes de agregarlo sobre la comida para ofrecer su intenso y agradable sabor.

En el caso del guacamole, la mitología prehispánica refiere que el Dios Quetzalcóatl o Serpiente Emplumada le dio la receta al pueblo Tolteca y ellos la extendieron por todo México; el sabor del aguacate ha trascendido las fronteras del país por su excelente maridaje con cortes de carne.

Esta “salsa” tiene además un gran valor nutrimental, pues el aguacate brinda una importante cantidad de grasas naturales, proteínas, minerales, hierro y fósforo.

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De donde viene el sabor del vino.

El vino viene de la uva… ¿la uva qué sabor tiene?

Vamos a lo básico: los sabores son 4 (algunos señalan que son 5 contando el umami y otros que el sexto es la grasa) ácido, dulce, salado y amargo. Y los aromas son miles: cada cosa en el mundo nos recuerda aromas.

Aromas que van desde las casas, las personas, las flores, las frutas y más se complementan en la boca y tenemos el retrogusto: la confirmación o cambio de aromas que viene en boca.

Así es como comemos: lo que olemos y a lo que nos sabe: la combinación de sensaciones.

Todo esto en la práctica de vino se le llama cata.

Al momento de catar un vino encontramos muchas características que no son propias de su materia prima, como lo es la uva.

¿De dónde sale el aroma a pimientos del Cabernet? ¿Ese toque de limón del verdejo? ¿las mieles de un chardonnay? ¿ El nebbiolo y su pimienta?

Pues bien, las características de las uvas se encuentran así:

La tierra

O el Terroir: La cantidad de sol va a hacer a nuestro vino más ácido; la salinidad de los suelos, hacia dónde dirige la tierra (más o menos sol, mayor o menor agua); la cantidad de agua que tenga. Todo esto hará que un tempranillo de Rioja sepa diferente a uno de Toro.

La variedad de uva.

Como comentamos, cada uva tiene un carácter, un sabor, color y característica especial: al momento de hacer un vino debe hacerse una revisión de cómo se quiere el vino y qué hay que cambiar, modificar o mover antes de envasar: ¿meter barrica, dejar que el vino se exprese por sí mismo, hacer una combinación de cepas de acuerdo a lo que tenemos de un vino?

La elaboración.

De acuerdo a como vamos a hacer el vino, atribuiremos características al vino: procesos van a hacer variaciones en él: no es lo mismo un vino con maceración carbónica que una fermentación maloláctica o velo en flor. Todo esto va haciendo cambios en sabor y aromas de un vino.

La crianza.

¿Va a tener una segunda fermentación en botella –método champenoise- y se dejarán las lías un mes, un año? Esto dará más mantequillas, un mayor aspecto láctico; Si va directo a la botella será fresco, aromas a frutas recién cortadas. Más tiempo en barrica tendrá café, coco, lácteos. Si lleva más en botella las frutas no serán frescas, serán compotados.

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Antes de la vendimia.

Todo tiene un ciclo y hablando del vino, inicia en la Vendimia; sin embargo, antes de llegar a ella, es necesario un proceso para la vid que es el siguiente.
vendimia
Gracias a esto, podemos llegar a tener un vino. En la primer parte del proceso vinícola se encuentra el cuidado. Bien nos dicen que si la uva es buena, el vino debe ser mejor: El cuidado es la primer parte.

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Aromas a chocolate del vino.

Hay aromas que nos remiten a la fermentación; otros más nos llevan a la barrica, el caso del chocolate es uno de ellos.


Muchos aromas a chocolate, cacao o tabaco vienen de la barrica y el tostado que este tengan: mientras más tiempo o maduración tenga el vino que estemos consumiendo, será mayor este aromas en el vino.
En algunos casos son más notables, como en el cabernet sauvignon, que dentro de su gama aromática, se encuentra el del cacao –junto con otros-, por lo cual, al meter barrica al vino, es más lo que podemos ver en él.

 
¿Cómo reconocerlo?
El aroma a chocolate no siempre sale a la primera (cuando revisamos el vino a “copa quieta”), es necesario mover la copa, airear el vino, para encontrar estos aromas.

 
También recomendamos oler constantemente cacao, café y chocolate para poder reconocerlos más fácilmente.

 

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A los 10 nos libramos del blanco.

Podemos tomar como regla general: a los 10ºC nos libramos de pensar más en el blanco: en algunos casos, se recomienda más o menos calor; sin embargo, nosotros les sugerimos que dejen la temperatura de un vino blanco lo más cercana a los 10º.

¿Por qué?

Es la temperatura en la que la mayoría coinciden.

Como hemos comentado en otras ocasiones, la temperatura de servicio se cuida para que el vino se encuentre en el mejor equilibrio posible.

También les recomendamos revisas las etiquetas del vino, muchas veces vendrá especificado cuál es el mejor momento para ese vino en específico.

¿Cómo revisarlo? Lo mejor es que sea con un termómetro especial para vino, que va dentro de la botella; en caso de tener uno exterior, revisar que la temperatura suele ser dos grados mayor por fuera que el líquido que contiene.

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Al extranjero, habla de comida mexicana.

Tenemos una gastronomía intensa: cada estado y cada pueblo se muestran en su gastronomía.

Entre mexicanos, podríamos hablar de la comida de cada uno de los estados de la República Mexicana: Guadalajara y viene a la mente las tortas ahogadas, de Oaxaca su mezcal y tlayudas –y más, pero dejemos así-, mole poblano, arroz a la veracruzana, las corundas de Michoacán, los tlacoyos del Estado de México; gringas, alambres, atole, champurrado, tamales, chiles en nogada, esquites, tortillas azules, empanadas de camarón, pescado rebosado y más.

Tenemos una gran cantidad de cultura culinaria: así es, una cultura de comida, de hambre, de alimentos; tiene que ver con nuestro presente, con el pasado: cada parte de la comida mexicana tiene un pasado, una historia.

No sólo al estilo “Como agua para chocolate”, sino de las raíces de cada uno se encuentra un platillo, un recuerdo, un sabor. Y como mexicanos la mayoría tiene que ver con chile o limón.

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En verdad, no hay plato mexicano que no tiene relación de uno o de ambos.

Al hablar de la verdadera gastronomía mexicana romperemos el paradigma de que México son chimichangas y tacos de tortilla dorada –que es la versión gringa de lo que nosotros comemos-; hacer a un lado los prejuicios.

Seamos honestos ¿No sabemos lo suficiente de comida italiana, de comida francesa, incluso de Japón o China?

¿Dónde queda nuestra extensa gastronomía? Podemos hacer un similar: la francesa y la mexicana son las únicas protegidas por la UNESCO: es irrompible, es irremplazable. ¿Cómo no estamos compartiendo por todos lados el poder de nuestra comida?

¿En verdad somos nachos y chile con carne?

-Bueno, sí, tenemos platillos de chile con carne, pero no esa versión de picadillo que es realmente ajena a nuestra cultura-.

Incluso los burritos, como realmente se hacen en el norte del País: los verdaderos burritos mexicanos.

Hablemos de comida mexicana al extranjero. Y ¿porqué no? Al mexicano también.

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Y de paso algo de vino mexicano.

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Enrique Olvera: arte culinario como medio para comunicarse

El chef mexicano Enrique Olvera, fundador del Restaurante Pujol, compartió su experiencia en el mundo de la gastronomía con los asistentes al festival Tag CDMX 2016. Además de mostrar algunos de sus platillos favoritos en este negocio, como el mole verde de brócoli, taco de chocolate, escamoles, elote al carbón, entre otros, explicó que lo que más le gusta de su trabajo es el hecho de poder compartir con los demás.

“Hacer cocina es una manera de comunicación, me gusta poder compartir, crear conexiones, esperemos que las recetas de antaño no se queden en la historia y puedan seguir avanzando”, declaró en el Teatro Julio Castillo, del Centro Cultural del Bosque.

“Creemos que la cocina cuando se hace bien, se crea una comunidad, una red relacionada con lo que nos gusta”, agregó Olvera, quien recordó la ocasión cuando Bono, vocalista de la banda U2, visitó su restaurante. Indicó que una pieza fundamental en este trabajo culinario es la experiencia que se le ofrece al público, por lo que no sólo importa que los productos sean de calidad, sino que tengan buen sabor, acompañadas de un buen servicio.


 

Habló del mestizaje de la cultura culinaria, por lo que explicó que “las tortillas lo mexicanizan todo y por eso nos encanta experimentar con el maíz, de la misma manera le tenemos mucho respeto a la tradición con la que se preparaba. “En la época prehispánica se le tenía mucho respeto a los ingredientes y eso justamente es lo que queremos replicar“, añadió el chef, tras invitar a todos a abrir su panorama.

Al preguntarle cómo enfrenta el fracaso, respondió que cuando siente que las cosas van mal, trata de invertir su tiempo en hacer algo productivo, en lugar de pensar en ello. “Soy muy aventado, no me gusta pensar demasiado, prefiero actuar en esta industria de la cocina, que está cambiando“, dijo.

Vía Notimex.

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