Maridajes de vinos rosados.

Si algo nos han enseñado es que vinos blancos con pescado y carnes grasas con tintos. De cierta manera es correcto, aunque puede haber variaciones (como un atún con un tinto o un cordero con un blanco que tenga una barrica); las opciones siguen creciendo y lo vemos cada día más.

Sin embargo ¿han pensando que en vinos rosados es más difícil encontrar una norma?

Por ello les podemos dar estas recomendaciones de acuerdo al vino rosado que vayan a tomar. Son generales y podemos encontrar que un rosado nos va a acompañar perfectamente como aperitivo: antes de la comida, iniciar con un buen rosado nos acompañará al hambre y a disfrutar más nuestros platos.

Una opción que al momento no nos ha fallado ha sido la paella. Una delicia para probar algo diferente y que nos va a dejar con un buen sabor de boca.

Otra opción es un salmón: un buen corte de salmón a la parrilla será la opción para un plato fuerte.

Intentemos con algo de mar: cangrejo, calamares fritos; la opción de un rollo de sushi nos va dar un buen equilibrio en boca entre el platillo y el vino.

Postres: prueba con postres que nos ayuden en el maridaje que van desde el olfato: si encuentras notas a fresas, Sandía, melón, prueba postres que los tengan: una tarta de frutos rojos, melón con chocolate, fresas con crema, tartas de blueberries.

Si tienes un reunión puedes probar un punto intermedio: melón con jamón serrano o una bruschetta.

Nota: recuerda que un vino rosado va mejor a una temperatura de 7º a 10º (aunque leyendo la etiqueta muchas veces te dicen qué temperatura es mejor para él).

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El orden de los vinos en un banquete.

Es de rigor en un banquete al que concurran varios vinos un mínimo conocimiento de parte del anfitrión de cada una de las botellas que elegirá para acompañar los sucesivos platos. Para aquellos que no son expertos en el tema de los vinos, les dejamos algunas recomendaciones para el orden y acompañante de cada varietal.

Habrá que iniciar el paladar de los convidados con el menos exigente de los vinos, un fresco blanco de alta acidez y bajo grado alcohólico, como un vino verde portugués, un inocente sauvignon blanc, un frissante, o tal vez el más estimulante y menos reflexivo, un espumoso, el lujoso champagne francés o los no menos apreciables prosseco italiano o cava catalán.

Tales vinos vendrían bien con un cebiche de un pescado venezolano como róbalo, curvina o pargo. O acaso un carpaccio de pulpo o salmón.

Para un heterodoxo snack a base de encurtidos o acaso un plato de pasta al pesto o filetto di pomodoro, entre el entremés y el plato principal, bien vale un tinto joven, un merlot easy drinking.

Para entrar en materia, el plato central, que bien podría ser un rack de cordero oportunamente guarnecido, un tinto reserva o crianza.

Para los quesos, un late harvest no demasiado dulzón y algo ácido.

Para la fruta, un champagne demi-sec.

Y para cerrar con broche de oro cualquier velada, se puede abrir otra botella de demi-sec para el postre

Vía Informe 21.

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¡Todos los maridajes!

Ya no más dudas, no más pensar si estamos maridando bien. Aquí está y ya llegaron, todos los maridajes que necesitamos para disfrutar de una buena tarde, de un buen momento: de acuerdo a cada vino, qué es lo que podemos comer. De acuerdo a lo que vamos a comer cual es el vino que podemos degustar.
merlot
zinfandel
syrah
sauvignon
riesling
pinotnoir
pinot
gewz
chardonay
 

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Cannelés Bordelais

Ingredientes

50 cl de leche
1 pellizcada de sal
2 huevos enteros
2 colores amarillo de huevos
1/2 vaina de vainilla
1 cuchara sopera de ron
100 g de harina
250 g de azúcar en polvo
50 g de mantequilla (y 50 g para untar con manteca los moldes).

Preparación de la receta:

Hacer hervir la leche con la vainilla y la mantequilla.

Durante este tiempo, mezclar la harina, el azúcar luego incorporar los huevos de un solo golpe, agregar luego la leche hirviendo.

Mezclar despacio con el fin de obtener una pasta fluida como una masa de crepe, dejar enfriarse, luego añadir el ron. Colocar en el refrigerador una hora.

Precalentar el horno a 240°C con la charola sobre la cual se cocerán los cannelés (si usted utiliza un molde en silicona).

Ponga el horno en máximo 220°C.

Agregar la pasta bien enfriada en los moldes bien untados con mantequilla, sólo a la mitad; rápidamente, poner la charola del horno caliente a 240°C durante 12 minutos (20 minutos a 220°C con un molde en silicona), luego bajar la temperatira a 180°C y continuar la cocción durante la 1 hora el acanalado debe tener una corteza morena y un interior muy meduloso.

Sacar del molde todavía caliente.

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Boeuf Bourguignon.

El tiempo de preparación: 60 minutos
El tiempo de cocción: 300 minutos
Ingredientes (para 4 personas):
 

600 – 800 g de pieza lomo para bourguignon

 4 o 5 cebollas

4 o 5 zanahorias

1 taza de champiñones

1 ramillete chico de tomillo y laurel

1 botella de vino tinto bastante bueno

100 g de mantequilla

Sal

Pimienta

Preparación de la receta:

En un bowl grande, colocar la carne en cubos, la cebolla, las hierbas, 2 cucharadas de aceite, el vino tinto y la pimienta negra. Mezclar bien y cubrir con film transparente. Llevar al refrigerador al menos 6 horas.

Pasado ese tiempo, en un sartén grande calentar 45g de mantequilla con 1 cucharada de aceite y dorar la carne por todos los lados. Retirar y reservar.

En una cacerola grande, derretir 25g de mantequilla y freír la cebolla marinada hasta que cambie de color y agregar la carne (no vamos a tirar el líquido que quedó), hay que mezclar y agregar el caldo del vino hasta cubrir la carne. Hay que hervir la preparación, tapar y bajar a fuego lento.

Cocinar durante dos horas, no olvidando de revolver cada cierto tiempo. Si vemos que se está “resecando”, agregamos más vino.

Cuando haya pasado 1:30 horas, agregamos las zanahorias y volvemos a tapar, dejamos que se cuezan de manera correcta hasta que estén suaves (pero no se deshagan).

Media hora después agregamos los champiñones y dejamos que se preparen. Una hora despues de agregar los champiñones, es cuando debemos revisar la carne y podremos apagar la lumbre y comer.

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Croque Madame.

Ingredientes 

4 rebanadas de pan de caja

2 rebanadas de queso manchego

2rebanadas de jamón york

1 cucharada de salsa bechamel

1 huevo frito.

Queso rallado

 
Preparación
Endos rebanas de pan poner el jamón y el queso.
Poner arriba la otra rebanada de pan; sobre ella, la salsa bechamel y el queso rallado.
Llevar al horno por 15 minutos y 180º.
Sacar y poner enseguida el huevo frito.

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Cuando tomar un cabernet.

Es una tarde de fresco; algo de lluvia afuera y es momento de sacar un vino. Observas tu cava y decides: quieres algo que potencialice el día que le de cuerpo a la tarde y que ayude a equilibrar el clima.
Te decides por ese cabernet sauvignon. Tiene barrica y un buen paladar. Es tu momento.
Decides hacer algo ligero: sacas un poco de queso que tienes en el refrigerador y lo sirves.
Para este cabernet la recomendación: aquí les dejamos esta deliciosa receta que encontramos (y muy sencilla) para preparar algo rico y acompañar ese cabernet.


Si es sólo queso, la recomendación es gruyere y un poco de pan ya listo para disfrutar como tapas.
Y ¡provecho!

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El vino tinto y el pescado.

En el mundo de las llamadas redes sociales cabe, al parecer, absolutamente todo; basta con que alguien cuelgue en ellas su reflexión, o su ocurrencia, para que instantáneamente circule urbi et orbi y, cosa mucho más grave, haya montones de personas que le conceden una credibilidad antes reservada a fuentes mucho más fiables.

Y contrastables, claro está. Abundan en dichas redes las personas cuyo trabajo consiste en promocionar determinados productos, o que los promocionan porque se sienten obligados después de haber sido convidados a un ágape por el elaborador del producto en cuestión. Actitudes muy respetables, ante las que hay que tener la precaución de tomárselas como lo que son: simple publicidad.

Por supuesto, para vender algo vale casi todo. Yo ni me molesto en leer -en prensa escrita tampoco- las supuestas maravillas que para nuestra salud tendrá consumir tal o cual mejunje, aquella o esta verdura, una u otra agua… Pero, de vez en cuando, salta a la vista alguna ‘novedad’ que, primero, te sorprende y, segundo, hace que esboces una sonrisa… o directamente te partas de risa.

Así, leo en una de estas redes que en determinada Denominación de Origen vitivinícola orensana -el Ribeiro, para qué nos vamos a andar con tapujos- se ha elaborado un tinto “que va bien con los pescados”. Si estuviéramos en los tiempos de las viejas redacciones de agencia gritaríamos el clásico “¡que paren los teletipos!” para indicar que tal noticia tendría prioridad absoluta: un vino tinto que va bien con los pescados. Nada menos.

Ya que circulamos por los confines del absurdo -¿alguien sigue creyendo que el vino blanco es para el pescado y el tinto para la carne? No, ¿verdad?- rizaremos el rizo y nos adentraremos en él, aunque solo como punto de partida.

Todos sabemos que el pulpo no es un pescado, porque la condición sine qua non para lucir esa denominación es que se trate de un pez, dice el DRAE, “comestible, sacado del agua por cualquiera de los procedimientos de pesca”. El pulpo es comestible, ya lo creo que lo es, y se pesca, es decir, que se saca del agua por una serie de procedimientos. Pero no es un pez: es un cefalópodo, o sea, un molusco, o sea, un invertebrado; y los peces son vertebrados.

Pero si fuimos capaces de admitir pulpo como animal de compañía en un juego de mesa, cuesta menos darle la categoría de ‘pescado’ a efectos gastronómicos. Ya digo que estamos en el reino del absurdo, tan grato a Jardiel o a Mihura.

Hace aproximadamente medio siglo, cuando yo era un jovencísimo estudiante de Selectivo de Ciencias en la universidad compostelana, los jueves se celebraba en un lugar muy céntrico -la robleda de Santa Susana, sobre la Alameda- la feria de ganado. Allí arriba, superado el cerco vacuno, se instalaban las pulpeiras, con sus mesas y bancos corridos, sus calderos de cobre, sus provisiones de pulpo, sus platos de madera, sus cuncas de loza… Uno llegaba y pedía “una de pulpo”, entonces manjar asequible a los estudiantes. La señora extraía el cefalópodo del caldero, lo cortaba a tijera en rodajas que caían sobre el plato de madera, las rociaba con un hilo de aceite, espolvoreaba sal gorda, un poco de pimentón más o menos picante, y te lo ponía delante.

Con él, medio pan y esa cunca de loza, de más o menos medio litro de capacidad, llena de vino del Ribeiro… tinto. El pulpo, amigos, no es de vino blanco. Incluso el patrón de la pensión estudiantil en la que pasé algún curso, cuando había pulpo para comer, se sentía generoso y nos ponía vino. Tinto, por supuesto.

Vale: el pulpo no es, estrictamente, un pescado. Pero sí lo son las angulas, aunque se queden en proyecto. Y las angulas, como el besugo a la espalda, como muchas preparaciones del bacalao, como tantas recetas de pescado en las que ajo y guindilla tienen un papel importante, admiten a la perfección un vino tinto. ¿Un gran Rioja de, pongamos, el 2001? Pues no. Pero sí un tinto más joven, más fresco, con menos hechuras.

Hoy, cierto, hay blancos que tienen más cuerpo que muchos tintos. Por eso precisamente, y porque el gusto está por encima de la norma, hay muchos tintos que se entienden la mar de bien con los pescados. Los hay ahora, y los hubo siempre. Y blancos que van de maravilla con las aves.

Por eso me dejó descolocado el titular. Me pareció de aquella época cretácica del consumo de vinos en la que, como decimos, los blancos, servidos fríos, eran para el pescado, y los tintos, servidos a temperatura ambiente -es decir, demasiado calientes-, para las carnes. Tiempos en los que le miraban a uno raro si osaba pedir una cubitera con agua y hielo para poner un tinto en condiciones de ser bebido. Tiempos en los que lo que sabíamos de vino era, reconozcámoslo, poco y disperso. Hoy sabemos muchísimo más. Todos. Así que saber que un Ribeiro tinto es adaptable al pescado me parece cualquier cosa menos noticia, que significa novedad. Valiente novedad.

Información EFE en El día de España.

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