¿Qué vinos son papales?

La Santa Sede es uno de los lugares del mundo donde más se toma vino. ¿Saben de dónde procede?

Son los que se producen en territorio pontificio, es decir, en los Castelli Romani, grupo de municipios próximos a Roma, entre los que se hallan Castel Gandolfo, en el que los papas tienen su residencia veraniega, y otros que suenan por sus vinos, como Albano o Frascati. Vinos blancos, elaborados con varias uvas, especialmente de la variedad malvasía, de alguna de las malvasías mediterráneas.

Pero hay otro vino que asociamos al Papado: el Châteauneuf du Pape, del valle del Ródano, al sur de Francia. Un vino con historia, que se remonta a los tiempos (siglo XIV) del llamado “cisma de Occidente”, cuando, a consecuencia de la situación en Roma y problemas con los reyes de Francia, la sede pontificia se trasladó a Aviñón, en las riberas del Ródano, que entonces no pertenecía a la corona francesa sino a la de Sicilia.

Vía Vanguardia.

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La parte visual de la cata.

¿Qué es lo qué vamos a ver?

Lo primero es la limpieza y el color.

Vamos a poner la copa sobre una superficie blanca, donde podamos ver con una buena luz qué es lo que obtiene:

Si es un vino turbio. Que tiene claramente partículas en suspensión.

Mate. Ligeramente turbio y una ausencia de brillo.

Transparente y limpio. Que no encontramos partículas visibles, sin llegar a ser brillante

Brillante. Que refleja luz. Hablamos de la juventud de un vino.

Intensidad de color.

En esta parte, vamos a ver tres capas del vino (algunos dicen que con observar dos es más que suficiente).

Capa alta (muy cubierto, Intenso.)

En grandes vinos cargados de color por una perfecta maduración de la uva y evolución en crianza. En ocasiones si el color es opaco no podemos ver a través del vino.

-Capa baja

Cuando podemos fácilmente ver a través del vino.

-Capa media

Esta capa se ensancha y se decolora a medida que el vino va evolucionando.

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¿De dónde viene la fama de un vino?

Expertos, terroir o diseño; ¿de dónde viene la fama de un vino?

Estábamos en una mesa; todos reunidos bebiendo vino. De repente sale el comentario “¡Este vino va a salir muy bueno!”
Algunos asintieron; otro dudó “¿por qué va a salir bueno?”
Y todos se voltearon a ver. ¿En serio, por qué asentían diciendo que el vino iba a ser bueno? ¿Cuáles eran los parámetros?

Todo era risa y diversión hasta que no supieron que responder.

La persona en cuestión respondió que era un gran enólogo, que era un vino de pago, que sabía que tenía buena puntuación, que la botella se veía padre el diseño, que la región le gustaba mucho.
Este convencimiento que tenemos a todas las razones empíricas posibles para decir que “un vino es bueno”… ¿son válidas?
La realidad es que para saber si un vino es bueno (realmente, no eso de “el vino bueno es el que te gusta; eso es aparte), necesitamos catarlo.
No podremos saberlo de otra manera si la calidad del vino vale la pena.
¿Puntos del vino?
Son un parámetro, si seguimos los parámetros de esas personas.
¿Qué se debe hacer?
Una ficha de cata en caso de que queramos ver si el vino es bueno; revisar las características del vino en cada una de sus partes y componentes para lograr saber que tan bueno es un vino.

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¿Con pastes? También hacemos maridajes.

La Sommelier Pamela Casanova nos ayudó con estas ideas para un buen vino con estos tradicionales pastes de Hidalgo (principalmente Real del Monte y Pachuca).cavajerez pinot tempranillo cavamalbec chenin merlot riesling
 


Pamela Casanova: katamaniacos_casanova1Soy sommelier apasionada por el vino, el queso, el chocolate y, en general, del maravilloso sabor de la vida. Siempre en busca de conocimiento, experiencias nuevas y viajes de esos que son inolvidables, que cruzan el horizonte y te llevan lejos hacia otras ciudades y viñedos.Orgullosa portavoz del vino, siempre comprometida con la difusión del universo cultural que encierra cada botella y que se revela de una forma magistral en cada cata.

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¿Cómo se cocina con vino?

Estas son algunas de las recomendaciones de la chef Julia Child para poder cocinar con vino en nuestros platillos.
Para vino tinto.
Usar un vino joven y completo, la recomendación es un Zinfandel o un chianti.

 
Los rosados deben estar secos y con cuerpo; la opción sería un sauvignon blanc. Muchos de los vinos blancos son demasiado ácidos para las comidas, por lo cual es preferible usar un vermut francés blanco seco, que se mantiene muy bien en el platillo, además de su resistencia y calidad.

 

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Los Restaurantes más ocupados.

Estos son los restaurantes que es más complicado entrar a sus mesas.

(CNN)– Es mejor que tu restaurante favorito nunca llegue a ser loado como uno de “los mejores del mundo”.

En el segundo en que eso suceda, lo más probable es que nunca más logres encontrar una mesa.

De hecho, últimamente, entrar a algunos restaurantes es más difícil que a una universidad de la Ivy League (o Liga de la hiedra, donde se encuentra Yale, Harvard o Columbia).

Aquí te presentamos algunas de las mesas más difíciles de conseguir y el secreto para lograr un asiento.

Franklin Barbecue

Desde que la revista Bon Appetit apodó a este lugar altamente frecuentado de Austin, Texas, como el mejor lugar de parrilladas del país, las filas se han extendido más allá de la puerta.

Aunque el sitio que solo ofrece almuerzos abre a las 11 a.m., la copropietaria Stacy Franklin admite que los fines de semana, los clientes llegan incluso a las 6 a.m.; sin embargo, no importa a qué hora llegues es probable que tengas que esperar al menos cuatro horas.

Franklin Barbecue, 900 E. 11, Austin, TX 78702

Sushi Dai

Casi todas las guías turísticas sobre Tokio han ensalzado el desayuno de sushi de las 5 a.m. en Sushi Dai.

Ubicado dentro del mercado de pescado Tsukiji, el minúsculo restaurante con capacidad para 12 personas sí ofrece algunos platillos que sin duda son frescos, lo cual es parte de su increíble y enorme atractivo.

Una pequeña advertencia a los clientes que llegan a las 5 a.m.: prepárense para esperar por lo menos cuatro horas para conseguir una mesa.

Sushidai, 5-2-1 Tsukiji, mercado de pescado Tsukiji, 6th. Bldg., Chuo 104-0045, prefectura de Tokio.

Los 9 lugares los encuentras en CNN

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La etiqueta como la firma de un artista.

¿Te imaginas que la etiqueta lograra significar todo lo que necesitas de un vino?

Que el vino fuera comprado por razón de la etiqueta. Que el saber el enólogo, de conocer de donde viene, que la firmaran. Casi como un la portada de un libro: que nos dijera parte de la trama (como muchas editoriales lo están haciendo, como algunos de los grandes ilustradores logran plasmar en los libros).

Que una pintura no fuera importante por ser una pintura hermosa o elegante; o que nos logre conmover o sentir. Poder lograr un sentimiento por ella misma. Que la firma nos dijera lo que el autor nos explica. Que si el autor de esa pintura el Klimt, es Vermeer, o Degas; si es Frida Kahlo o Remedios Varo.

Imagina que en lugar de etiqueta de vino, de enólogo fuera una canción y supiéramos que es buena por quien la compuso: si es Bach, Bethooven o Wagner.

Saber que el vino fue escrito por Miguel Cervantes Saavedra o si tiene un corte moderno y es de Amado Nervo. Si es corto como un cuento de Horacio Quiroga o tantas caudalias como Marcel Proust en Busca del Tiempo Perdido.

Leyendo un viejo artículo de James Suckling Uncorked en Wine Expectator viene algo así:

As we were enjoying the Mexican wine, Alex told me that it was a shame that people were so influenced by the label. “A wine like this would never be taken serious by many people,” he said. “It’s like art. Some people only believe a good painting is good when they see the signature of the artist.”

(Mientras disfrutábamos del vino mexicano, Alex me dijo que sentía lástima de la gente tan influenciada por la etiqueta. “Un vino como este nunca va a ser tomado en serio por muchas personas”, dijo. “Es como el arte. Algunas personas creen que la pintura es buena cuando ven la firma del artista”).

Y muchos por ello, por la etiqueta se van directo a la yugular del trabajo ajeno: no son capaces de disfrutar un buen vino o un buen momento por la falta de premios de este. Lo peor de esta parte del gremio (conocedores o sólo faroles), es el limitante mundo del vino que muestran a los demás y como impide crecer más el mundo alrededor de él.

Sí, esta crítica va para aquellos que “se quejan de la pronunciación”, que no les gusta salir con alguien porque “no sabe de vino” y que se quejan de “los que no toman vino”.

Por cierto, la nota original habla de un vino mexicano: Un cabernet franc con merlot del 2000, Chateau Camou.

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