Las legislaciones internacionales sobre Denominaciones de Origen tienen bien reglamentado el manejo de cada uno de los productos o materias primas para el correcto manejo: es así que se delimita un origen.
¿Con qué debe contar una DO?
Espacio, proceso, manera de obtención, manejos, cantidad de producción en algunos casos, zona delimitada y materia prima (a menos que el producto sea materia prima, como el caso del café).
En el caso del vino, la mayoría incluyen una temporalidad: ¿cuánto tiempo ha sido buena la tierra para la vid que se está usando?
Y otro factor: el tipo de vid.
Si pensamos en un vino de Burdeos, las personas asocian directamente a vino tinto de cabernet sauvignon; un Barolo con un nebbiolo, a champagne con chardonnay, pinot noit y pinot meunier; el cava con Xarel lo y macabeo. Los Rioja, Toro y los Ribera del Duero van con Tempranillo.
¿Si pensamos es vino mexicano? ¿Viene alguna cepa en específico?
La realidad es que no. Pese a que las más conocidas y mejor tratadas en este ámbito, son el cabernet sauvignon y el nebbiolo, no tenemos más límites en producción, elaboración y plantación.
También la historia vinícola es relativamente reciente.
Es verdad que tenemos una de las casas de vino más antigua del mundo, pero no una cultura de viticultura lo suficientemente arraigada: España, Italia, Francia, Portugal cuentan con vino de más de 22 siglos: épocas antes de Cristo los respaldan, al contrario de nosotros y el poco entorno vinícola que apenas estamos creando sin un fondo.
¿Sería momento que el vino mexicano busque más opciones para consolidarse?