El vino de las primeras citas.

Vas a salir con alguien y tú eres el fanático del vino ¿pero esa persona con la cuál traes el amorío lo es?
Planeas algo especial y buscas opciones de restaurantes donde tengan vino que pueda convenir, ¿tomar o no tomar vino?


Lo ideal es hacer la recomendación a la persona con la que te encuentras: ambos estar de acuerdo y poder tener una buena copa de vino hará la plática más amena.
Sin embargo, no insistas si la opción no parece viable y la persona en cuestión prefiere una cerveza: si ya está decidido, mejor déjalo así, no es necesario imponer gustos y más si están iniciando la salida.

Ahora bien, si es una persona que no suele tomar vino y te ha dicho que si, esto puede ser un buen referente de vinos que puedes compartir (y no dejes ir a esa persona, ya vas de gane con el “sí”).

Malbec:
Suelen ser frutales, sobre todo sin barrica. No tienen potencia de otros vinos y son buen maridaje con varios platillos.

Vinos blancos:
El chardonnay y el chenin blanc siempre son la respuesta. Que en el lugar te recomienden platillos que vayan con ese vino.

Vinos espumosos:
Hay vinos excelentes para la opción que gustes: algunos dulces para los paladares que no conocen de vino.

Sangría o clericot.
Para los fanáticos del vino puede ser poco agradable esta idea: para quien no conoce de vino va a ir fantástico; cada quien a su ritmo y este vino puede darte una buena referencia para saber que tanta costumbre o no puede tener con el vino o si es buen momento de darle una copa sin fruta.

Gamay o garnacha.
Son más ligeros, tintos que no suelen llevar barrica y de gran frutalidad. Aunque son más complicados de probar pues no en todas partes tienen, son ideales por la cantidad e aromas a frutas que va a tener.

Rosado.
Siempre atina, nunca falla.

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Taninos en el vino.

Muchas personas no encuentran la diferencia en los vinos: la opción para notarlo con más facilidad son los taninos.
Estos sólo se encuentran en los vinos tintos o en aquellos que tienen un paso por barrica: es poco común encontrarlos en vinos blancos o en rosados por los procesos que conllevan.

Las personas que gustan de vino pueden hablar más rápido de la cantidad de taninos que tiene un vino o si son “verdes”.

¿Cómo lo hacen? Probando mucho vino.

Es por lo mismo que les recomendamos el siguiente ejercicio de vino.

Van a comprar tres añadas diferentes de un vino. Todas de Cabernet sauvignon 100% (en caso de no encontrar –lo cual dudamos-, un tannat o tempranillo –también conocido como tinto fino o tinta del país- pueden ser opciones para este ejercicio) de años diferentes.

Este vino debe ser de la misma casa (por ejemplo, si compraron un Casa Bianchi, los 3 deben ser de esa bodega) y con el mismo tiempo de bodega o de barrica: Dos o tres meses, un año, año y medio en barrica o sin barrica: debe ser igual.

Hasta aquí puede sonar algo complicado hasta que lo prueben, donde inicia la parte divertida.

Probar cada uno: ¿raspa? Son vinos con taninos verdes.
¿Se siente sólo una “capita” sobre los dientes? Es aterciopelado.
¿Es incómodo al beber? Le falta madurar.
Si le das más aire, ¿se pone mejor?

En estos tres vinos podrás entender mejor que son los taninos en un pequeño experimento.

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Aburrir a la gente con vino.

Si eres conocedor de vino puede que esto te suceda: inicia una charla y quieres que la gente hable de vino o de que no toma vino o algo relacionado al vino.
Y en caso de no lograrlo, haces que la plática vaya encaminada a eso: el punto es hablar del vino.
Después, notas los ojos ajenos dar vueltas y el silencio incómodo a tu alrededor: no te importa y aún sabiendo la razón prefieres seguir comentando lo que piensas y como un Super Toscano debería ser una DOC y no una IGT, a sabiendas que eres el único que entiende esas sílabas y el peso de cada una de ellas.

Parece que tu letanía es eterna pero no quieres cambiarla ante tu necedad de que todos deben saber y conocer de vino y para eso llegaste a ser el alma de la fiesta: a convencerlos del impresionante mundo del vino y que no sólo tomen cerveza; es más, a tu criterio, lo único que deben tomar es vino y agua y serán sanos.
Que ya no fumen porque así encontrarán mejor los aromas del vino.
Y todas las recomendaciones que puedas dar sin excepción para que entiendan que el vino no es difícil y que en cualquier lugar y situación lo pueden beber como tú ahora.
Pues bien, puede que en lugar de acercar a las personas, las alejes.

La recomendación para hablar de vino es que si ves los ojos volteando, las muecas en cara o la aburrición en los ojos, regreses al tema anterior: nadie quiere saber de maridajes, nadie quiere conocer de temperaturas de servicio a menos que ya les guste.
Y para hacer que les guste, es acercarse a los gustos, no a pláticas eternas de la conveniencia del vino.
Prueba y cuéntanos del cambio en tu entorno de vino.
Nota: También si a tus amigos no les gusta el vino y ya lo han probado una y mil veces, lo más seguro es que nunca les agrade. También es bueno aceptar la realidad.

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Coherencia en el vino.

Hablemos no sólo del equilibrio que debe tener un vino, también ver qué más debe ser para que tenga lo que aquí llamaremos coherencia.


Nos vamos a referir a si es consiente todo lo que hay atrás del vino para llegar a un costo, a una buena calidad o si tienen una relación interesante entre el precio y el equilibrio que tiene él.

En esto no hablamos de que sea bueno o malo el vino: que sea, como insistimos, coherente.

Sin importar el vino, debe estar bien hecho, cumplir las reglas de ser vino, por ejemplo.

Que si cuesta $100.00 no digamos “guácala” porque es de 100.00; pero estar consientes que tendrá el sabor de un vino de $100.00, independientemente de si nos agrada o no: Que el resultado del vino que tenemos, sea equitativo a la intención del mismo: que puedas entenderlo, conocedor o no, desde el primer sorbo.

Seamos honestos: un vino barato va a saber a vino barato y un vino caro, debe saber a vino caro. No hablamos de calidad: no hay que confundir la calidad con el precio y no hablar de vinos baratos como malos.


 

Pero no podemos esperar que sea un Gran Vino (así, con mayúsculas) si sólo es un vino de 150.00, por poner un ejemplo: Lo bueno, lo excelente cuesta.

Ese equilibrio lo va a encontrar el cliente o consumidor: si al probarlo no le duele la cabeza (que suelen ser aditamentos que no deberían estar en el vino –o alergia a algún ingrediente natural del vino que es menos común, pero pasa y es independiente de la calidad del mismo-), si sabe bien, si tiene buena calidad y hace valer lo que se paga por el vino, entonces sí, podemos decir que hay coherencia con esa botella.


 

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El gusto cambia.

No te sorprendas cuando el vino que tomas de siempre ya no te es suficiente.

Sin darte cuenta, los gustos de las personas van cambiando: somos constantes. No sólo en la vida emocional sino en cualquier situación pasa.
El hecho de que hoy tomes un tipo no significa que te quedarás en ese gusto para siempre.
El punto de conocer más es algo que nos ayuda a entendernos: no somos estáticos.

La gran mayoría de las personas que inician en el mundo del vino toman vinos malos: no vamos a cambiar las palabras. El presupuesto es bajo, no conocemos y algunas ocasiones iniciamos con el peor vino, la peor cerveza, el peor vodka y el más fuerte aguardiente.

La primer borrachera va a ser el rompimiento amoroso que no debíamos pasar y empezamos a conocer más gracias a los amigos: cerveza, vino, mezcal y tequila se hacen común en nuestro vocabulario.

Llega una edad, no muy grande, no muy chico donde empiezas a probar más y te das cuenta que ese tequila que tomabas sabía a las resacas que sufrirías más adelante.

Y poco a poco vas afinando el paladar: esa hamburguesa que comías afuera de la escuela y volviste a probar ya no te sabe tan increíble a lo que recordabas.

Ese vino que pensabas exquisito, te das cuenta que es dulce e incluso te duele la cabeza al beberlo.
Y que el sabor del vodka con naranja que no aguantas realmente es el recuerdo de una cruda anterior.

Poco a poco vas mejorando y ese vino que ahora tienes en la mano mientras lees esto tiene el sabor a las buenas pláticas, a la buena comida, a los recuerdos.
Y así, irás cambiando no sólo a las personas que tienes alrededor y ya no tienen nada mejor que aportarte: también de las bebidas.

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Con la comida ¿no se juega?

Cuando somos niños es lo primero que nos dicen: no juegues con la comida.
Mientras más creces decides hacer caso de eso y comer las verduras no te cuesta tanto que cuando niño.
Con el paso de los años vuelves a pensarlo ¿no jugar con la comida? Puede ser una buena manera recreativa… en pareja.

Comida que se puede usar:
Helados, paletas de hielo, chocolate líquido (en algunas tiendas encuentras chocolate especial para esos momentos de intimidad), miel, merengue (dicen –diiicen- que es mejor usar el cero grasa, queda la piel menos pegajosa; de lo contrario se recomienda la ducha después de usar el merengue o la crema batida) y algunas frutillas como fresas o cerezas.

Cuidado con lo que se consume. Nada muy pegajoso: recuerda que las sábanas serán evidencia y realmente terminar con un trozo de ella pegado en la espalda puede ser peligroso. También cuida las cantidades, no necesitas enterrar a tu acompañante en helado.

El lugar:
Que no sea la cocina y ten cuidado de un lugar para moverse con libertad.

No al picante. Jamás nada que tenga chile, nunca. En serio, no lo hagan por muchos juegos S&M que tengan.

Respeto: al derecho ajeno, es la paz. Acuerden en todos los términos y condiciones.

Y tras estos consejos ¿jugarían con comida?

Nota:
Si planeas sorprender a tu crush, no lo hagas así.

Puede que salte el aceite, te caiga algo caliente y la quemada va a enfriar el momento.

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El descorche libre.

¿Qué es y porqué lo amamos?

Imagina que lo que más te gusta de un restaurante es la comida y sin embargo, no encuentras el vino que más te gusta en su carta, es muy corta o de plano el presupuesto que tienes no alcanza con el costo que te da el lugar.
Es verdad que la ganancia en los restaurantes es la bebida y muchas ocasiones alejan a los posibles consumidores con el precio que en estos lugares a veces se encuentran ¿Cómo qué una botella de $150.00 la encuentran en $900.00 en un bar o restaurante?
Debemos tomar en cuenta todo lo que hay alrededor: el servicio, los meseros, limpieza, renta y más para llevar el costo de una botella (sí, hay quienes realmente se ensartan con el abusan del comensal, como el ejemplo que les ponemos).

Tu cara cuando ves el vino que compras en casa cuesta cuatro veces lo que pagas por él.

Entonces hay una segunda opción: El descorche.

Algunos restaurantes ofrecen la posibilidad de que lleves tu alcohol y te cobran una cantidad o porcentaje sobre la botella para poder abrirla en el lugar: la razón del cobro es para cubrir el servicio, uso de copas, hielo, limpieza del lugar y de los instrumentos usados (la cava, la hielera, el hielo que se usará, etc).

Este precio va variando de acuerdo a los establecimientos: Algunos cobran sobre precio de la botella un porcentaje; otros tienen precios establecidos de acuerdo a la nacionalidad de la bebida y algunos más con precio parejo.
Es una opción bastante buena para poder llevar vinos a más lugares a un costo, que puede ser menor al que podemos ver en la carta.

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Que vinos tener siempre en tu cava.

Vas a comprar vino y quieres algo universal: que te sirva para la plática de la semana o la comida que tienes mañana; que Netflix sea un buen ingrediente y que las palomitas sirvan de maridaje.
Pues bien, esta es la lista de recomendaciones para tomar una copa de vez en cuando.

 
¿Qué debes tener sí o sí en tu cava?
1. Vinos blancos.
Siempre es bueno contar con un par de vinos blancos en tu cava: ya sea para las personas que te acompañan o por lo ligero que suelen hacer la tarde de verano.
Opciones:
Chardonnay y chenin blanc.
Hay vinos a costos muy bajos y de diferentes nacionalidades para que puedas ver cual es el que prefieres.
2. Espumosos.
Las celebraciones en varias ocasiones llegan sin avisar y para estar preparado puedes tener un par de botellas espumosas. Tal vez un champagne y un par de cavas te sean más que suficientes por cualquier situación.
3. Tintos.
Ve por lo clásico y algo de diario: merlot, malbec y cabernet sauvignon serán buen complemento constante y de fácil rotación por la cantidad de maridajes que de ellos podrás aprovechar.

 

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Vinos baratos para todos.

¿Vas a comprar vinos baratos? Buena idea, pero toma en cuenta estos puntos.

Los baratos no se guardan.

Vinos que tienen un coste menor a los 300 es raro que tengan mucha barrica, no más de 3 meses: no tiene caso que lo guardes más de 2 o 3 años. Por mucho cabernet Sauvignon o tempranillo evita comprar para tenerlo mucho tiempo en tu bodega.

Los maridajes al alcance.

Obviamente si tenemos una gran cena y por dar una idea nos referimos a colas de langosta, puré trufado, caviar y más, no vamos a poner un vino barato: y no porque no tenga la calidad, sino porque un gran vino, que tenga su cuidado, potencia, guarda, calidad tendrá un precio más grande: Lo bueno cuesta, no olviden eso.

Para buenos momentos.

Son las botellas que ya tienes a la mano: úsalas, no las guardes, los momentos son ahora y si no lo aprovechas, perderás ese vino que no te rendirá más de un par de años.

¿Son buenos?

La gran mayoría lo son. Revisa, prueba: el costo te va a permitir seguir guías parecidas en lo que quieres, para eso están, para que los bebas y decidas si te gustan o no. Lo bueno es que la inversión no será fuerte.

Para iniciar.

Si eres nuevo en el mundo del vino, no inviertas aún en vinos caros: define tu gusto primero y eso se va a lograr con vinos de precio accesible para que aprendas a tomar y sepas más.

Experimenta.

Es obvio que a un vino de más de $1,000.00 no le pondrás fruta, lo harás coctel, tendrás más frío o calentarás con especias: en este caso si podrás.

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