México se reincorpora a Organización Internacional de Viña y Vino.

El Gobierno de la República a través de la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación (Sagarpa), fue notificado de su reincorporación a la Organización Internacional de la Viña y el Vino (OIV), de la cual había estado ausente desde 2009.

Lo anterior se dio a conocer durante la Decimocuarta Sesión General del organismo, donde el subsecretario de Agricultura, Jorge Armando Narváez Narváez, en representación del titular de la Sagarpa, José Calzada Rovirosa, participó en el “Trigésimo Noveno Congreso Mundial de la Uva y el Vino”, donde se agrupan las principales 47 naciones productoras de vino.

La OIV informó al gobierno de México, a través de la Sagarpa, la resolución de aceptar de manera oficial a nuestro país para que regresara a este organismo internacional como integrante activo.

Lo anterior, indicó la Sagarpa en un comunicado, gracias al compromiso de los productores mexicanos y a la inocuidad y calidad de sus alimentos, los cuales cumplen con las normas reconocidas a nivel internacional.

Narváez Narváez agradeció “a todos los que fueron partícipes directa o indirectamente en las gestiones, para que México retornara a este prestigioso organismo internacional tras estar ausente desde 2009”.

El funcionario resaltó que la adhesión de México a este organismo internacional coadyuvará a generar políticas públicas que fomenten un sector económico de rápido crecimiento, así como la difusión del vino mexicano.

Destacó que en la actualidad México ocupa el lugar 29 en el mundo en la producción de uva, con una superficie de viñedos de 29 mil 923 hectáreas.

En 2015, se produjeron casi 368 mil toneladas de uva, de las cuales 63 por ciento se destina a su venta para consumo en fresco; 24.4 por ciento para la elaboración de vinos y jugos y el resto se deshidrata.

La vid, dijo el funcionario, es producida en 14 estados del país, de los cuales, el mayor productor es Sonora con 77.6 por ciento, seguido de Zacatecas con 12 por ciento.

En cuanto a uva industrial, la superficie sembrada es de siete mil 296 hectáreas, de las cuales, 90 por ciento de la producción se destina a la elaboración de vino, sobre todo en estados del norte y centro del país, Baja California, Coahuila y Querétaro.

Narváez Narváez afirmó que la calidad del vino mexicano es galardonada en diversos concursos alrededor del mundo, acumulando múltiples medallas internacionales en competencias de prestigio, entre ellas, el “San Francisco International Wine Competition”, el “Concurso Mundial de Bruselas” y el “Chardonnay-du-Monde”.

“Con un consumo anual de 144 millones de botellas, México es un mercado atractivo para los productores de vino, además del aumento en sus tasas anuales de consumo, que son de ocho por ciento, lo que refleja el gran potencial de desarrollo que tiene la vitivinicultura en nuestro país”, apuntó.

Pertenecer a la OIV, afirmó el funcionario federal, fortalece el objetivo de México de promover el cultivo de la vid con los estándares más altos de calidad, mejorar el abastecimiento de materias primas para las bodegas e incrementar las exportaciones tanto de la vid como del vino.

Notimex

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Como NO celebrar con champagne.

Lo bueno de internet es poder reconocer las maneras equivocadas de hacer las cosas -mejor conocido como #Fails- y algunos de ellos tienen que ver con vino: los mejores nos darán horas de diversión sobre la desgracia ajena o lecciones valiosas sobre como NO debemos abrir o tratar un champagne… a menos que lo grabemos y podamos hacer un video valioso y gracioso al respecto; como un ejemplo de ello:

La belleza de esto está en no repetirlo en nuestras vidas.

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Industria vitivinícola mexicana, dispuesta a ocupar más mesas

El miembro del Comité Provino, Fernando Pérez Castro, señaló también que es un momento histórico para la cultura del vino, pues “nunca antes se había tomado y producido tanto vino mexicano y no había tantas perspectivas de crecimiento como las que hay”.

La industria vitivinícola del país atraviesa por un buen momento que se refleja en un crecimiento de casi 20 por ciento anual, aunque todavía es necesario arraigar esta costumbre entre los mexicanos para obtener mejores resultados.

En entrevista con Notimex, el también propietario de las vinícolas La Lomita y Finca La Carrodilla afirmó que los vinos nacionales destacan por su calidad, gracias a marcas como La Cetto, Casa Madero, Monte Xanic, Santo Tomás y las vinícolas de autor.

“Somos ya un buen número de vinícolas que estamos apostando por la calidad; entonces esa es nuestra bandera y las características únicas de nuestros vinos que se dan por el tipo de tierra que tenemos, el clima y por las manos que nada más son nuestras y de nadie más”, expresó.

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Si bien la calidad ayudará a impulsar la industria, aún hay mucho trabajo por hacer, toda vez que existe una barrera cultural respecto al consumo de esta bebida que es necesario romper.

“La realidad es que en México no estamos acostumbrados a comer con vino, lo cual se realiza ya; pensaría que mientras esté más cerca el vino de la canasta básica de nuestra mesa tendremos la posibilidad de posicionar mejor nuestros vinos”, planteó.

Se trata, sostuvo, de romper con un esquema cultural de tradiciones de la forma en que comemos y tomamos en México.

El productor resaltó la importancia de continuar con el posicionamiento de los vinos mexicanos entre los consumidores nacionales, a fin de que se conviertan en un producto de identidad.

“Esto ya está pasando; de hecho, el año pasado el vino mexicano fue consumido en un 30 por ciento, lo cual nunca había pasado; ahora tenemos que pugnar para que ese 30 por ciento se convierta en un 70 por ciento y que el restante se quede en vinos internacionales”, propuso.

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Subrayó que la labor de arraigar esta bebida entre los mexicanos la llevan a cabo las nuevas generaciones de productores y consumidores, por lo que a futuro se esperan buenos resultados.

Vía Notimex.

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La personalidad con el vino.

Tan en broma como en serio: cada vino tiene una personalidad especial que puede ir con la personal: tal vez sin boca, pero aún así hablan, se expresan.

Cada vino comenta, desde su etiqueta como por su ropa, como va a ser: te explican las razones para llevarlos, porque son el que estás buscando.

En bodegas lo cuidan, lo crían: son los retoños de cada viñedo.

Así como hay vinos malos, (porque los hay), existen vinos espectaculares (que en algunas veces no alcanzamos a pagar).

Esto depende de tu estima, tu gusto, tu personalidad: cada parte deti se verá reflejada en una botella que compartirás: das un poco de ti a los demás.

¿Será entonces cierto lo que está aquí?

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Evitar embriagarse.

Ya sabemos que una parte importante de beber alcohol es embriagarnos: nos parece divertido y nos relajamos más.


El problema es conducir: no lo hagan, aquí no hay duda de si se puede o no; es ilegal y tonto.
Volviendo a evitar embriagarte cuando tomas para seguir tomando, les dejamos los siguientes tips.

Horas apropiadas.
No antes de las 12:00, por mucho que parezca mejor mantenerte ebrio para no sentir la cruda (ella va a llegar quieras o no).

Encuentra horarios donde no estés “todo el día bebiendo”; claro, existen los Bloody Maries y las mimosas para el brunch o el desayuno, pero ¿necesitas abrir una cerveza a las 10:00 am?

Comida previa.
Come bien, ten alimentos que sostengan el estómago: si puedes, evita lo salado (te dará más sed); busca alimentos que no sean tan grasosos, sin tanta sal pero que ayuden a tu estómago a aguantar lo que vas a meter de alcohol.

La buena hidratación.
Agua: mucha agua te va a ayudar a no sentirte mal: durante la fiesta no sentirás más que el mareo del alcohol (a menos que te excedas) y no tendrás cruda al día siguiente.

El cigarro.
Déjalo fuera de tu cuerpo: no fumes. No lo necesitas. Te dará más resaca y dañas el ambiente. Si ya tomas, no fumes (en general, no fumes).

Lo que tu cuerpo prefiera.
Cada que tomas vodka algo pasa mal; cada que el ron aparece no recuerdas la noche; siempre que hay wiskey prefieres no amanecer. Si te identificas con alguna de estas afirmaciones con estas bebidas u otras EVÍTALAS.

No vayas en contra de tu cuerpo: si sabes que te cae mejor la cerveza que el vino, no sobre esfuerces a tu cuerpo. Deja el arrepentimiento.

Mezclar con alcohol: No.
Sabemos que mezclar el alcohol no es buena idea ni cuando te rompieron el corazón (puede que olvides lo que hiciste pero ese video en redes sociales donde traicionas a tu pareja no ayuda).
Lo mejor es seguir la misma línea de bebidas.

Mezclar con drogas: menos.
Empezando con que es ilegal y terminando con la resaca que no te vas a curar en tres días por muy en tus veintes que te encuentres.

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El vino de las primeras citas.

Vas a salir con alguien y tú eres el fanático del vino ¿pero esa persona con la cuál traes el amorío lo es?
Planeas algo especial y buscas opciones de restaurantes donde tengan vino que pueda convenir, ¿tomar o no tomar vino?


Lo ideal es hacer la recomendación a la persona con la que te encuentras: ambos estar de acuerdo y poder tener una buena copa de vino hará la plática más amena.
Sin embargo, no insistas si la opción no parece viable y la persona en cuestión prefiere una cerveza: si ya está decidido, mejor déjalo así, no es necesario imponer gustos y más si están iniciando la salida.

Ahora bien, si es una persona que no suele tomar vino y te ha dicho que si, esto puede ser un buen referente de vinos que puedes compartir (y no dejes ir a esa persona, ya vas de gane con el “sí”).

Malbec:
Suelen ser frutales, sobre todo sin barrica. No tienen potencia de otros vinos y son buen maridaje con varios platillos.

Vinos blancos:
El chardonnay y el chenin blanc siempre son la respuesta. Que en el lugar te recomienden platillos que vayan con ese vino.

Vinos espumosos:
Hay vinos excelentes para la opción que gustes: algunos dulces para los paladares que no conocen de vino.

Sangría o clericot.
Para los fanáticos del vino puede ser poco agradable esta idea: para quien no conoce de vino va a ir fantástico; cada quien a su ritmo y este vino puede darte una buena referencia para saber que tanta costumbre o no puede tener con el vino o si es buen momento de darle una copa sin fruta.

Gamay o garnacha.
Son más ligeros, tintos que no suelen llevar barrica y de gran frutalidad. Aunque son más complicados de probar pues no en todas partes tienen, son ideales por la cantidad e aromas a frutas que va a tener.

Rosado.
Siempre atina, nunca falla.

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Taninos en el vino.

Muchas personas no encuentran la diferencia en los vinos: la opción para notarlo con más facilidad son los taninos.
Estos sólo se encuentran en los vinos tintos o en aquellos que tienen un paso por barrica: es poco común encontrarlos en vinos blancos o en rosados por los procesos que conllevan.

Las personas que gustan de vino pueden hablar más rápido de la cantidad de taninos que tiene un vino o si son “verdes”.

¿Cómo lo hacen? Probando mucho vino.

Es por lo mismo que les recomendamos el siguiente ejercicio de vino.

Van a comprar tres añadas diferentes de un vino. Todas de Cabernet sauvignon 100% (en caso de no encontrar –lo cual dudamos-, un tannat o tempranillo –también conocido como tinto fino o tinta del país- pueden ser opciones para este ejercicio) de años diferentes.

Este vino debe ser de la misma casa (por ejemplo, si compraron un Casa Bianchi, los 3 deben ser de esa bodega) y con el mismo tiempo de bodega o de barrica: Dos o tres meses, un año, año y medio en barrica o sin barrica: debe ser igual.

Hasta aquí puede sonar algo complicado hasta que lo prueben, donde inicia la parte divertida.

Probar cada uno: ¿raspa? Son vinos con taninos verdes.
¿Se siente sólo una “capita” sobre los dientes? Es aterciopelado.
¿Es incómodo al beber? Le falta madurar.
Si le das más aire, ¿se pone mejor?

En estos tres vinos podrás entender mejor que son los taninos en un pequeño experimento.

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Aburrir a la gente con vino.

Si eres conocedor de vino puede que esto te suceda: inicia una charla y quieres que la gente hable de vino o de que no toma vino o algo relacionado al vino.
Y en caso de no lograrlo, haces que la plática vaya encaminada a eso: el punto es hablar del vino.
Después, notas los ojos ajenos dar vueltas y el silencio incómodo a tu alrededor: no te importa y aún sabiendo la razón prefieres seguir comentando lo que piensas y como un Super Toscano debería ser una DOC y no una IGT, a sabiendas que eres el único que entiende esas sílabas y el peso de cada una de ellas.

Parece que tu letanía es eterna pero no quieres cambiarla ante tu necedad de que todos deben saber y conocer de vino y para eso llegaste a ser el alma de la fiesta: a convencerlos del impresionante mundo del vino y que no sólo tomen cerveza; es más, a tu criterio, lo único que deben tomar es vino y agua y serán sanos.
Que ya no fumen porque así encontrarán mejor los aromas del vino.
Y todas las recomendaciones que puedas dar sin excepción para que entiendan que el vino no es difícil y que en cualquier lugar y situación lo pueden beber como tú ahora.
Pues bien, puede que en lugar de acercar a las personas, las alejes.

La recomendación para hablar de vino es que si ves los ojos volteando, las muecas en cara o la aburrición en los ojos, regreses al tema anterior: nadie quiere saber de maridajes, nadie quiere conocer de temperaturas de servicio a menos que ya les guste.
Y para hacer que les guste, es acercarse a los gustos, no a pláticas eternas de la conveniencia del vino.
Prueba y cuéntanos del cambio en tu entorno de vino.
Nota: También si a tus amigos no les gusta el vino y ya lo han probado una y mil veces, lo más seguro es que nunca les agrade. También es bueno aceptar la realidad.

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Coherencia en el vino.

Hablemos no sólo del equilibrio que debe tener un vino, también ver qué más debe ser para que tenga lo que aquí llamaremos coherencia.


Nos vamos a referir a si es consiente todo lo que hay atrás del vino para llegar a un costo, a una buena calidad o si tienen una relación interesante entre el precio y el equilibrio que tiene él.

En esto no hablamos de que sea bueno o malo el vino: que sea, como insistimos, coherente.

Sin importar el vino, debe estar bien hecho, cumplir las reglas de ser vino, por ejemplo.

Que si cuesta $100.00 no digamos “guácala” porque es de 100.00; pero estar consientes que tendrá el sabor de un vino de $100.00, independientemente de si nos agrada o no: Que el resultado del vino que tenemos, sea equitativo a la intención del mismo: que puedas entenderlo, conocedor o no, desde el primer sorbo.

Seamos honestos: un vino barato va a saber a vino barato y un vino caro, debe saber a vino caro. No hablamos de calidad: no hay que confundir la calidad con el precio y no hablar de vinos baratos como malos.


 

Pero no podemos esperar que sea un Gran Vino (así, con mayúsculas) si sólo es un vino de 150.00, por poner un ejemplo: Lo bueno, lo excelente cuesta.

Ese equilibrio lo va a encontrar el cliente o consumidor: si al probarlo no le duele la cabeza (que suelen ser aditamentos que no deberían estar en el vino –o alergia a algún ingrediente natural del vino que es menos común, pero pasa y es independiente de la calidad del mismo-), si sabe bien, si tiene buena calidad y hace valer lo que se paga por el vino, entonces sí, podemos decir que hay coherencia con esa botella.


 

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El gusto cambia.

No te sorprendas cuando el vino que tomas de siempre ya no te es suficiente.

Sin darte cuenta, los gustos de las personas van cambiando: somos constantes. No sólo en la vida emocional sino en cualquier situación pasa.
El hecho de que hoy tomes un tipo no significa que te quedarás en ese gusto para siempre.
El punto de conocer más es algo que nos ayuda a entendernos: no somos estáticos.

La gran mayoría de las personas que inician en el mundo del vino toman vinos malos: no vamos a cambiar las palabras. El presupuesto es bajo, no conocemos y algunas ocasiones iniciamos con el peor vino, la peor cerveza, el peor vodka y el más fuerte aguardiente.

La primer borrachera va a ser el rompimiento amoroso que no debíamos pasar y empezamos a conocer más gracias a los amigos: cerveza, vino, mezcal y tequila se hacen común en nuestro vocabulario.

Llega una edad, no muy grande, no muy chico donde empiezas a probar más y te das cuenta que ese tequila que tomabas sabía a las resacas que sufrirías más adelante.

Y poco a poco vas afinando el paladar: esa hamburguesa que comías afuera de la escuela y volviste a probar ya no te sabe tan increíble a lo que recordabas.

Ese vino que pensabas exquisito, te das cuenta que es dulce e incluso te duele la cabeza al beberlo.
Y que el sabor del vodka con naranja que no aguantas realmente es el recuerdo de una cruda anterior.

Poco a poco vas mejorando y ese vino que ahora tienes en la mano mientras lees esto tiene el sabor a las buenas pláticas, a la buena comida, a los recuerdos.
Y así, irás cambiando no sólo a las personas que tienes alrededor y ya no tienen nada mejor que aportarte: también de las bebidas.

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